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autor en pergaminos, escribían con   les, de madera al comienzo y luego   pensamientos  del  autor,  los  recrea,
           letra gótica, iluminaban las capitula-  de metal. Cuando los tuvo comple-  los completa. De este modo facilito
           res, cosían con fina cordelería mis   tos los guardó en orden alfabético en   la  fecundidad  entre  autor  y  lector:
           páginas y las protegían con tapas de   los compartimentos estancos de un   las ideas que habitan en mis páginas
           badana. A veces eran como los ac-   mueble de imprenta llamado chivale-  pasan a cohabitar con mis lectores,
           tuales editores, corregían a su mane-  te y llamó al pasante para que fuera   es decir con sus pensamientos, sus
           ra el texto que copiaban. Con erratas   componiendo línea a línea la página   maneras de ser, sus fantasmas, sus
           como todo editor que se precie. Lo   a imprimirse.                      deseos, su imaginación y memoria.
           asombroso es que algunos copistas
           no sabían leer. Eran dibujantes de         Era  nuestra  infancia,  está-      De otro modo sólo sería un
           letras como podían haber sido dibu-  bamos en pañales, por eso, a quie-  objeto, una caja de letras, su envolto-
           jantes de aguaceros.                nes nacimos entre 1450 y 1500, nos   rio, su sarcófago. Soy su traje de lu-
                                               llamaron incunables. La cantidad de   ces. Y de sombras, porque he puesto
                  Pero pronto se cansaron      libros que vimos la luz en esos cin-  el pensar en blanco y negro y del es-
           de confeccionarnos de uno en uno.   cuenta  años  fue  mayor  a  la  de  los   pectro solar he sacado el magenta, el
           Entonces Johannes Gutemberg, un     que se habían copiado a mano en los   amarillo y el ciam (así como las hojas
           herrero y platero de Maguncia (hoy   últimos mil años.                  toman del sol la clorofila para ser ver-
           la catedral lleva su nombre) inventó                                    de) y los mezclo para obtener todos
           la imprenta, que es la máquina de          Entonces comenzó la ga-      los colores imaginables.
           besos entintados, el beso de unos   laxia Gutemberg.
           labios en forma de letras (en relieve                                          Ante mis lectores me abro
           como  todo  labio)  sobre  las  mejillas      Soy, pues, el objeto paradig-  de páginas para trasmitir no sólo el
           del papel. Los llamaban tipos móvi-  mático de la modernidad.           conocimiento, sino también las emo-
                                                                                   ciones, las sensaciones, las dudas,
                                                      Agradezco a quienes fueron   los silencios, como la poesía, por
                                               descubriendo la escritura y la lectura   ejemplo, que más que un género lite-
                                               en todas las lenguas (todos los libros   rario es un estado de ánimo, la luz de
                                               ya estamos escritos desde siempre,   todas las mañanas.
                                               cada autor nos rescribe por primera
                                               vez). También agradezco a los chinos       De este modo los libros so-
                                               que inventaron el papel. Hasta aho-  mos una especie de especie. (Algu-
                                                ra tienen papeles finísimos hechos   nos nos creían una epidemia y nos
                                                 de arroz. Con ellos se despintan el   quemaban para que desaparecieran
                                                 rouge las bellas. La huella de sus   nuestros microbios, es decir nues-
                                                 labios  está  llena  de  deseo,  pero   tras ideas).
                                                 también de levedad, de olvido.           Últimamente, en la era digi-
                                                 Por eso se llama impronta, y no   tal, me siento un mutante hacia otras
                                                 imprenta, que quiere decir amén   pulpas, un pulpejo dactilar hacia
                                                 (así sea), por los siglos de los sig-  otros teclados, tablillas y pantallas,
                                                 nos.                              hacia  otros  esqueletos  que  sopor-
                                                                                   ten el cuerpo y la textura de mi letra,
                                                      Pero sobre todo existo gra-  hacia el esqueleto virtual, nebuloso,
                                                 cias  a  aquellos  por  los  que  fui   de un e-book, por ejemplo. Pero por
                                                 creado: mis lectores, esos jueces   ahora, es más liviana una libra de li-
                                                 sin rostro.                       bro que una arroba punto com.

                                                      Sin ellos sólo sería un solita-  Texto de intervención de Iván Egüez en el Encuentro “Qui-
                                                 rio, no lo que soy: la comunión en-  to Ciudad de Letras” organizado por la Editorial El Conejo
                                                                                              y la Secretaría de Cultura del Distrito
                                                 tre dos: el lector se apropia de los                Metropolitano de Quito.


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