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El autor y su obra




        Los novelistas trabajamos




        con los pies hundidos



        en un pantano.








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                                                                                                 Por: Javier Vásconez
                                                                                     Foto Artículo:  Jairo  Gutíerrez Henao



                                                                                Los  novelistas  trabajamos  con
                                                                                los  pies  hundidos  en  un  pantano,
                                                                                en las zonas más oscuras, inciertas
                                                                                de la realidad. Todos sabemos que
                                                                                la realidad está llena de ondulacio-
                                                                                nes, de reverberaciones.
                                                                                Mi  anhelo  como  escritor  ha  sido
                                                                                siempre  captar  esa  zona  casi  im-
                                                                                perceptible, oscura. Más allá de las
                                                                                anécdotas  y  de  lo  determinante
                                                                                que  la  epilepsia  pudo  haber  sido
                                                                                en mi vida, lo importante es lo que
                                                                                ha significado para mí como escri-
                                                                                tor, tanto como la visión del mar en
                                                                                Playas, o mi experiencia en un in-
                                                                                ternado inglés o la lectura de una
                                                                                novela como Moby Dick a los doce
                                                                                años. De manera que el verdadero
                                                                                desafío no ha sido escribir sobre la
                                                                                epilepsia, sino pretender captar los
                                                                                enigmas de la enfermedad. No me
                                                                                interesa lo anecdótico, ni lo pinto-
                                                                                resco, y menos aún lo sentimental.
                                                                                En  realidad,  se  trataba  de  buscar
                                                                                nuevos  caminos  en  el  arte  de  la
                                                                                ficción, de darle realidad a lo impal-
                                                                                pable, al miedo, a lo que está antes
                                                                                y después del amor. Al resplandor
                                                                                de  la  vida.  Por  eso  he  tomado  la
                                                                                epilepsia  como  un  material  litera-
                                                                                rio tan legítimo y fascinante como
                                                                                el paso del tiempo, la violencia o la
                                                                                traición.  Para  mí  la  literatura  em-
                                                                                pieza donde están los enigmas. Lo
                                                                                demás es mala literatura.

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