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PARA LEERTE MEJOR







           compran por costales este rico material y de la misma manera   Siendo coherente como es, Édgar Freire Rubio ha pedido
           lo exhiben y lo venden. Tienen escaso conocimiento técnico  a sus hijos que su biblioteca personal nunca sea vendida a un
           de cómo tratar estos catálogos de textos. No se dan ni siquiera  negocio de segunda mano. Sus libros no merecen esa mala
           el trabajo de clasificar y ordenar como la técnica dispone y  suerte. Mil veces preferiría que enriquezcan la biblioteca del
           hay un irrespeto al probable cliente. Y peor a la hora de dar  exnormal “Juan Montalvo”, en donde se graduó hace más de 47
           consejo e información. Apenas tres o cinco negocios son  años como profesor de escuela. “Así como muchos deseamos
           verdaderamente “dignos” de llamarse librerías.     hacer un testamento vital”, así deberíamos hacer para preservar
             Sin ser un avaluador profesional (no hay especialización sobre  nuestra egoteca a las próximas generaciones… “Para felicidad
           esta materia), por sus manos han pasado miles y miles de libros  de este amigo librero, él tiene tres hijos y hermanas que gozan y
           raros. Tuvo el privilegio de hacer esta tarea en una sección de la  disfrutan de la lectura. ¡Qué bien!
           Biblioteca del Banco Central del Ecuador y la de Don Benjamín
           Carrión y en algunas otras particulares.
             No esconde su inconformidad con las políticas culturales del
           Estado. El libro, como tal, no es parte sustancial del patrimonio
           cultural de nuestro país. Debería tener un fondo en miles de
           dólares que permitan comprar bibliotecas de gente valiosa
           del Ecuador. Es testigo de la manera en que son tratadas las
           “herencias” de bibliotecas. Familias, aparentemente cultas,
           arrojan a la basura o venden a precios irrisorios esta riqueza
           bibliográfica. Libros que merecidamente deberían ir a enriquecer
           la Biblioteca Nacional Municipial o las del SINAB. “Se necesita
           solo de un poco de sentido común y una buena dosis de amor a
           los libros”, sentencia. No se sonroja al expresar que ni siquiera los
           arquitectos piensan en los libros. En las casas que construyen, se
           olvidan del espacio que se debe destinar a una biblioteca privada.
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