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PERFIL

                                                                                 DIEGO
                                                                                 MONTALVO

                                                                                                               Escritor y periodista.
                                                                                                               A los 16 años publicó
                                                                                                               Suspenso en letras. Es
                                                                                                               Miembro Académico
                                                                                                               de Literatura de la Casa
                                                                                                               de la Cultura, miembro
                                                                                                               activo de la Sociedad
                                                                                                               Bolivariana del Ecuador,
                                                                                                               preside las «Juventudes
                                                                                                               Ateneístas» y conduce
                                                                                                               el programa Cafés con
                                                                                                               letras en la Radio de la
                                                                                                               Casa de la Cultura.

Valdría la pena dejar que la mente recree un oscuro
       pasillo, donde al final está una habitación con una
       única y tenue luz. La llama de la vela se ondea
con el caminar de un hombre de cabeza gacha, de pelo
alborotado y de bigote poblado. Sobre el escritorio yace
una pluma, un tintero y una botella de whisky, instrumentos
que fueron necesarios para lograr recrear las pesadillas
del propio ser humano. Aquel extraño individuo es Edgar
Allan Poe, que busca una musa inspiradora para concluir
Los crímenes de la calle Morgue. Los fantasmas abundan
en la inteligencia de este personaje y la pluma, al recorrer
sobre el amarillento pergamino, permite al escritor
cumplir su cometido.

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